El día en que tus
ojos se cerraron cesó el canto de los pájaros. Creo que la primavera se enfadó
por tu ausencia y ya no quiso volver, y desde entonces oigo el silencio que has
dejado, y se me hiela el corazón…
Pero tras casi un
año de tu falta ya no te echo tanto de menos. Tu recuerdo no me produce
tristeza y cuando creo verte en el rostro de algún desconocido no me da un
vuelco el corazón. ¿Y sabes por qué?, por la cantidad de cosas enormes que me
has dejado para llenar tu hueco.
Me has dejado tu
gran sensibilidad, tu forma de radiografiarme y tu respeto hacia todos los que
te rodeaban. Me has dejado esas agradables charlas en la cocina en las que
arreglábamos la empresa y el mundo. Me has dejado el divertido recuerdo de mi
primer Jumelage y tus marcas del sol. Y, cómo no, esa inolvidable atrevida
camiseta de generoso escote ;-). Me has dejado tu gusto por la literatura e
incluso me has dejado un libro, ¿recuerdas?, para que lo leyera yo primero y
juzgara si era demasiado “de chicas” para ti (nunca te lo devolví y ahora ese
libro es mi tesoro…). Me has dejado tu inestimable ayuda con Excel
(instrucciones incluidas), tu gran profesionalidad y el enorme placer de haber
trabajado contigo. Me has dejado tu admirable fortaleza frente a la horrible batalla
que te tocó librar y tus inmensas ganas de vivir. Me has dejado tu actitud
enormemente positiva, tu sonrisa permanente y la mirada intensa del que tiene
mucho que aportar. Me has dejado tu inagotable capacidad de lucha y el talento
de repartir consuelo a los que no tenemos tu valor, incluso desde tu injusta
situación. Me has dejado tu ejemplo a seguir, el impulso de avanzar cada día
con el objetivo de llegar a parecerme un poquito más a ti y el deseo de, al
menos una vez en la vida, ser capaz de dejar en otra persona la misma profunda
huella que has impreso tú en mí. Me has dejado una enseñanza de vida, el regalo
de tu compañía y el enorme privilegio de haberte cruzado en mi camino durante
un breve, pero más que suficiente, periodo de tiempo.
Con todo lo que
me has dejado no hay espacio para echarte de menos porque tú lo has llenado
todo.
Sólo espero de
corazón que alguna vez la vida -o la muerte- me brinde la posibilidad de volver
a encontrarme contigo para poder darte las gracias por haberme dejado este gran
pedazo de ti, que guardaré para siempre.
A David Sanz, en
el primer aniversario de su ausencia.
