martes, 11 de octubre de 2011

¿Cómo te sientes?



Transcurridos casi dos meses desde el diagnóstico, y después de incontables pruebas y visitas al hospital (y aunque debo decir que, con contadas excepciones, el trato por parte del personal ha sido muy cariñoso y amable), me sorprende enormemente que aún nadie, ni una sola persona, haya mirado a los ojos a mi madre y le haya preguntado: Montse, ¿cómo te sientes?.


Creo que es de todos conocido el impacto psicológico que tiene la tan temida palabra cáncer, incluso aunque el diagnóstico inicial sea muy optimista.


Cáncer… y un escalofrío te recorre el cuerpo. Y de pronto se cierra el acceso al camino recto y luminoso que estabas recorriendo y te obligan a torcer por uno mucho más tortuoso, oscuro, lleno de baches y curvas y donde la visibilidad no alcanza más allá de los siguientes dos o tres pasos. Y comienzas a andar… tú sola. Porque estás rodeada de gente dispuesta a ayudarte y a caminar contigo, pero lo cierto es que ellos lo hacen mirando desde el camino recto por el que ibas antes, mientras tú lo haces sola por el tuyo, con dificultad para seguir el ritmo de sus pasos.

Me imagino que se pasará por momentos de confusión, de rabia, de optimismo, de tristeza, de fuerza… y no comprendo cómo nadie le ha preguntado aún cómo está. Cómo se siente.

¿Siguen teniendo la medicina tradicional y sus profesionales mentes aún tan cerradas que no creen en la capacidad de las personas de la auto-sanación a través de su estado emocional?. ¿Siguen relegando a la psicología o cualquier otra terapia conductual/emocional (llamémosle reiki, meditación, relajación, risoterapia, o lo que sea) no ya a un segundo plano, sino a un rincón oscuro y sin acceso?.

Comprendo el trabajo de los médicos de la salud pública (que, por cierto, es muy bueno en este país) y valoro la dificultad de atender siempre muchos más pacientes de los que se es capaz… Entiendo la falta de recursos y el recorte de gastos en tiempos económicamente complicados. Acepto esa situación y aplaudo el esfuerzo de, aún con todo eso, trabajar con una sonrisa. Pero no logro entender por qué se empieza siempre la consulta o la prueba de turno con edad, peso, antecedentes familiares o alergias, y nunca, nunca jamás, en ninguna ocasión, con una mirada a los ojos y un: Montse, ¿cómo te sientes?.

El enfermo es, antes que nada, una persona. No es sólo un cuerpo que porta células cancerígenas. Es una persona que llora, ríe, siente… y cuyo cuerpo está enfermo. Mi sensación hasta ahora es que, aunque la intención de los médicos y demás personal sanitario es, sin duda, curar a mi madre, se olvidan precisamente de lo más importante: mi madre.

¿Cómo es que en pleno siglo XXI no se incluya en el proceso una entrevista con un psicólogo?. ¿O aunque fuera un servicio de atención psicológica telefónica al cual acudir cuando no sepas cómo dar el siguiente paso?. ¿Cómo puede ser que no te den consejos sobre tu vida durante este tiempo?, ¿que no te propongan algún tipo de dieta que favorece tu lucha contra la enfermedad?, ¿que no te recomienden hacer ejercicio, pasear, reírte, descansar, relajarte, mimarte, quererte?.

Me da pena que, por primera vez en mi vida, he podido ver un reflejo de eso que muchos han llamado siempre la “deshumanización”.

La próxima vez que tengas una persona enferma delante no le preguntes por el resultado de su prueba, o por la fecha de su próxima quimio. Mírala a los ojos, sonríe y pregúntale: y tú, ¿cómo te sientes?. Y hazle sentirse mejor.

Gracias.