sábado, 3 de diciembre de 2011

Dis-capacidad


Creo que la discapacidad está mal llamada. Para mí se trata más de CAPACIDAD, con mayúsculas, que de discapacidad. CAPACIDAD de adaptación a un terreno lleno de pequeños (o grandes) baches. CAPACIDAD de ser más libres en su silla de ruedas o tras sus ojos borrosos de lo que somos muchxs en nuestras piernas y con nuestra visión a largo plazo. CAPACIDAD de responder con la mejor de sus sonrisas a nuestras miradas condescendientes. CAPACIDAD de lucha, CAPACIDAD de relativizar, CAPACIDAD de exprimir y valorar los momentos, CAPACIDAD de vivir. CAPACIDAD de ser, en definitiva, como cualquier otrx. Y CAPACIDAD de ser diferentes a cualquier otrx. CAPACIDAD de volar, bailar, reír, tocar, jugar, oler, saltar, deslizarse, trepar, soplar, respirar. CAPACIDAD de enseñarnos a sonreír venga lo que venga. CAPACIDAD de superarse. Y de superar a otrxs, ya de paso. CAPACIDAD admirable. Enormemente CAPACITADXS. Feliz día de la (dis)CAPACIDAD a todxs.

martes, 11 de octubre de 2011

¿Cómo te sientes?



Transcurridos casi dos meses desde el diagnóstico, y después de incontables pruebas y visitas al hospital (y aunque debo decir que, con contadas excepciones, el trato por parte del personal ha sido muy cariñoso y amable), me sorprende enormemente que aún nadie, ni una sola persona, haya mirado a los ojos a mi madre y le haya preguntado: Montse, ¿cómo te sientes?.


Creo que es de todos conocido el impacto psicológico que tiene la tan temida palabra cáncer, incluso aunque el diagnóstico inicial sea muy optimista.


Cáncer… y un escalofrío te recorre el cuerpo. Y de pronto se cierra el acceso al camino recto y luminoso que estabas recorriendo y te obligan a torcer por uno mucho más tortuoso, oscuro, lleno de baches y curvas y donde la visibilidad no alcanza más allá de los siguientes dos o tres pasos. Y comienzas a andar… tú sola. Porque estás rodeada de gente dispuesta a ayudarte y a caminar contigo, pero lo cierto es que ellos lo hacen mirando desde el camino recto por el que ibas antes, mientras tú lo haces sola por el tuyo, con dificultad para seguir el ritmo de sus pasos.

Me imagino que se pasará por momentos de confusión, de rabia, de optimismo, de tristeza, de fuerza… y no comprendo cómo nadie le ha preguntado aún cómo está. Cómo se siente.

¿Siguen teniendo la medicina tradicional y sus profesionales mentes aún tan cerradas que no creen en la capacidad de las personas de la auto-sanación a través de su estado emocional?. ¿Siguen relegando a la psicología o cualquier otra terapia conductual/emocional (llamémosle reiki, meditación, relajación, risoterapia, o lo que sea) no ya a un segundo plano, sino a un rincón oscuro y sin acceso?.

Comprendo el trabajo de los médicos de la salud pública (que, por cierto, es muy bueno en este país) y valoro la dificultad de atender siempre muchos más pacientes de los que se es capaz… Entiendo la falta de recursos y el recorte de gastos en tiempos económicamente complicados. Acepto esa situación y aplaudo el esfuerzo de, aún con todo eso, trabajar con una sonrisa. Pero no logro entender por qué se empieza siempre la consulta o la prueba de turno con edad, peso, antecedentes familiares o alergias, y nunca, nunca jamás, en ninguna ocasión, con una mirada a los ojos y un: Montse, ¿cómo te sientes?.

El enfermo es, antes que nada, una persona. No es sólo un cuerpo que porta células cancerígenas. Es una persona que llora, ríe, siente… y cuyo cuerpo está enfermo. Mi sensación hasta ahora es que, aunque la intención de los médicos y demás personal sanitario es, sin duda, curar a mi madre, se olvidan precisamente de lo más importante: mi madre.

¿Cómo es que en pleno siglo XXI no se incluya en el proceso una entrevista con un psicólogo?. ¿O aunque fuera un servicio de atención psicológica telefónica al cual acudir cuando no sepas cómo dar el siguiente paso?. ¿Cómo puede ser que no te den consejos sobre tu vida durante este tiempo?, ¿que no te propongan algún tipo de dieta que favorece tu lucha contra la enfermedad?, ¿que no te recomienden hacer ejercicio, pasear, reírte, descansar, relajarte, mimarte, quererte?.

Me da pena que, por primera vez en mi vida, he podido ver un reflejo de eso que muchos han llamado siempre la “deshumanización”.

La próxima vez que tengas una persona enferma delante no le preguntes por el resultado de su prueba, o por la fecha de su próxima quimio. Mírala a los ojos, sonríe y pregúntale: y tú, ¿cómo te sientes?. Y hazle sentirse mejor.

Gracias.

domingo, 19 de junio de 2011

India



India te envuelve…, te atrapa…, te llena… Entra hasta lo más hondo de ti a través de sus ojos negros y profundos… y aunque a veces te sientes saturada de ella no puedes, ni quieres, sacarla nunca más…

India te pica los ojos, te huele a basura, incienso, orines, especias… es ruidosa y silenciosa a la vez… Te sientes extraña y acogida, mareada y reposada… Miles de ojos te miran con curiosidad, mantienen firme la mirada y sonríen… Su blanca sonrisa y el maravilloso brillo de sus ojos destaca enormemente sobre su tostada piel. Te miran y tú no quieres dejar de mirarlos… porque cada uno de esos ojos infinitos como el océano, ébano como la noche, te están alimentando de India… Cada mirada te llena de colores, de sabores, de texturas, de cánticos y de sueños, y son tantas las miradas acumuladas al final del día que crees volverte loca. Intentar ordenar, filtrar y asimilar tanta información requiere un esfuerzo sobrehumano… no sabes si quieres gritar, llorar, reír o simplemente cerrar los ojos para que más olores y risas no puedan seguir entrando. Pero al día siguiente necesitas más… más ojos que te cuenten, más sabores que te embriaguen, más sonrisas que te emocionen, más India… más y más India…



A veces creo que fueron quince días de un sueño…, me veo a mí misma en una especie de neblina azul sorteando la basura por las calles, escuchando los rezos y la música, y preguntándome dónde se encuentra esa espiritualidad anhelada entre tantísimo bullicio de gentes y animales, entre tanto ruido y humo… Varios meses me han hecho falta para encontrarla... y es que estuvo todo el tiempo dentro de mí. India no te ofrece paz y quietud, te ofrece algo mucho mejor, la oportunidad de encontrarla por ti misma. Cada una de esas miradas, cada minuto escudriñando las calles y llenándote de sus colores… van acumulándose dentro de ti… y a medida que pasa el tiempo van dejando un poso… se asientan como las capas de la tierra hasta que forman parte de tu propia estructura. Se adhieren a tu piel y bombean tu sangre, y si cierras los ojos puedes volver a sentirlo como si estuvieras allí… Saboreas sus especias, aspiras el aroma del Ganges,  escuchas sus murmullos, las risas de los niños jugando al cricket en la orilla. Y sin pretenderlo te sientes plena. Rebosante de paz y de sosiego.

Si vas a India no pretendas emprender allí un viaje hacia tu propio interior… no quieras encontrar el equilibrio ni la calma… Déjate llenar de todo lo que te ofrece, agóbiate en sus calles, mánchate con su suciedad, desespérate con su insistente curiosidad, maréate con sus hedores y sus estridencias, escucha, siente, huele, toca, mira, saborea… porque el verdadero viaje empieza cuando regresas...

Bienvenida de vuelta…


martes, 25 de enero de 2011

Mi ser


A menudo me gustaría ser otra persona… demasiado a menudo, creo.

Más segura de mí misma, menos egoísta, más dócil, más alegre, más bajita, más guapa… cualquier otra persona que no sea yo. Y es que hay momentos en los que termino realmente harta de mí, como si hubiera un ser dentro de mi persona que actúa totalmente fuera de mi control. Ese ser a veces está rabioso, se frustra por no conseguir lo que quiere, se impacienta, le gusta hacerse la víctima, es verdaderamente insoportable. Y supongo que yo debería tener el poder de controlarlo, pero lo cierto es que no lo consigo… Cuando siento que mi ser alienado empieza a cobrar protagonismo intento ignorarlo, a ver si así desaparece. Otras veces incluso me enfrento a él de forma directa, hasta agresiva en ocasiones. Pero ni un intento ni el otro consigue el resultado deseado. Sigue ahí, riéndose de mí. Encima me ha salido chulo…

Mi ser se cabrea y tiñe de negro lo que toca. Su negatividad es contagiosa y casi sin darme cuenta me ha infectado entera. Después me cuesta un esfuerzo enorme limpiarme otra vez, haciendo un verdadero ejercicio de lucha interior… Las batallas pueden durar minutos, horas, días o semanas. Una vez duró tanto que dejé de reconocerme y casi hasta olvido quién soy. Estuvo a punto de conseguir la victoria absoluta, pero algo me hace siempre reaccionar cuando está casi todo perdido. Una voz, un sentimiento, un amigo, una frase… siempre aparece justo a tiempo para despertar mi conciencia de la pesadilla y ayudarme a dar el primer impulso para levantarme. Las batallas largas me dejan agotada, pero lo cierto es que llevan tras de sí un rastro de cierto orgullo por haber sido capaz de no dejarme vencer. Y eso me hace sentir más preparada para enfrentarme al ser en una futura batalla… aunque lo cierto es que no es así, pero la sensación es reconfortante.

Ya no recuerdo cuánto tiempo llevo luchando para que mi ser encuentre otro cuerpo que atormentar, pero en el fondo creo que somos una simbiosis… quizá sin él no sería más que una persona que va y viene por el mundo sin dejar rastro a su paso… quizá gracias a él me esfuerzo por ser mejor persona cada día, ejercito mi mente para que no me supere, me siento más viva… quizá después de todo deba dejarle existir… y aprender a domesticarlo…

¿No?.

miércoles, 19 de enero de 2011

Marrakech


La primera mañana que me despertó el imán con su canto me pareció por un instante tenerte a mi lado… juraría que podía percibir el olor del çai del desayuno… e incluso escuchar tus susurros en mi oído…

Pero no estaba en Estambul. Estaba en Marrakesh… sin ti… o quizá contigo...

Marrakesh me huele a especias y a humo... y a polvo. El color ocre/rojizo de sus casas refleja un atardecer eterno… desde que amanece hasta que se esconde el sol. Es intensa y ruidosa, pero por las noches se repliega en sí misma…, se apaga… yo diría que hasta desaparece, ¿no crees?. Me gustaba pensar que era una ciudad de "quita-y-pon", como la de un cuento. El imán tiene en su canto la llave que abre la ciudad todas las mañanas... y que la cierra al final del día. Después de plegarla la guarda celosamente en una caja de especias, entre la canela y el comino. Y así, a su recaudo, se asegura de que el tiempo se detiene para Marrakesh que, ignorante de esa parálisis temporal, continúa con su vida en el punto exacto donde la dejó la noche anterior...



jueves, 6 de enero de 2011

A través de ti

Quiero tocar de la forma que lo hacen tus manos... así... sintiendo la vida con cada caricia… exprimiendo cada palmo del recorrido... Quiero rozar, palpar, transmitir escalofríos… Quiero repetir tus movimientos, asumirlos, experimentarlos…

Quiero sentir los sabores que paladeas, que me los ofrezcas con tu boca y que me llenes de vida con ellos… Quiero saborear como tú lo haces, con vehemencia, estudiando cada milímetro que recorres con tu lengua, estremeciéndote... y estremeciéndome…

Quiero absorber los olores que percibes… sentir cómo penetran y se hacen parte de mí... Quiero oler tu piel y aspirar tu aroma hasta ahogarme en él… que se mezcle con mi olor y emane el perfume de nuestros cuerpos cuando nos convertimos en uno…

Quiero ver lo que ven tus ojos… las mismas figuras, los mismos colores… Quiero perderme en el rojo fuego de tus atardeceres y amanecer contigo en azul… Quiero ser la primera cuando abras los ojos por la mañana para zambullirme en su profundidad verde… Quiero observar el mundo desde tus pupilas y descubrir los colores a través de ti… Quiero mirar con la misma intensidad con que tú lo haces…, quiero alcanzar el alma, los miedos y los sueños… Quiero ver tus ojos mirando los míos, luchando por llegar hasta dentro…, ansiosos…, devorándome…, aniquilándome…

Quiero ir contigo…. y acariciar como tú, saborear como tú, oler como tú, ver como tú…

…quiero ir dentro de ti…