Noches de concierto, de
magia y suspiros. Noches de música que calienta el alma y el corazón. Que
remienda descosidos y juega malabares con piruetas de pasión. Voces que
alborotan los sentidos. Cuerdas que deshacen el sudor, que resquebrajan con
aullidos de cuerpos encendidos los restos de tu vestido y el poso de tu olor.
El ritmo del tambor bombeando notas de latido y acelerando tu respiración. Tu
boca en mi canción. Inspiro. Mi mano en el límite de tu razón. Tu vello
estremecido bailando mi susurro jadeado en el balcón de tu oído. Roces
furtivos. Gemidos de fusión. Armonía de perfección. Abrazos exaltados, redoble
de timbales y un espasmo agradecido, húmedo y abrasivo. Segundos de confusión.
Recupero el sentido confundido por la melodía de tu seducción. 
Noches de concierto y de
partitura para dos. 
En eterna ejecución.
En eterna ejecución.